Al cumplir los dieciocho años Rosario Molina terminó sus estudios secundarios, y consiguió la nota necesaria para estudiar la carrera universitaria que ella siempre quiso.
Por mala suerte la carrera universitaria que le gustaba no se encontraba en la universidad más cercana a su casa, y se vio obligada a abandonar su hogar para mudarse a una nueva ciudad, donde poder estudiar su carrera.
Una vez más Rosario tuvo que adaptarse a un nuevo desarraigo. Esta vez la situación era diferente, tanto emociona como económicamente, es decir, que la llegada a la nueva ciudad era totalmente diferente. El saber que de este modo iba a poder cumplir sus sueños era toda la motivación que necesitaba para ser completamente feliz. Pasaron años y por fin Rosario consiguió su sueño de graduarse. Fue un día de mucha felicidad, ilusión y orgullo para toda la familia; Rosario era la primera y única universitaria de la familia, y por eso siempre había sido su prioridad terminar la carrera.
Después de recibirse Rosario tuvo que decidir si volver a casa con sus padres, o formar su propia familia en la nueva ciudad. Finalmente consiguió una muy buena propuesta de trabajo en la cuidad universitaria que hizo que definitivamente se quedara en esa ciudad.
Años después Rosario conoció a un compañero de trabajo del cual se enamoró, y fue con él con el que formo su propia familia.
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